A
las 22 horas de esta noche me he citado con ese muchacho con el ánimo de que
nos batamos en un duelo ¡A muerte! me gritó cuando nos despedíamos -que así
sea- fue mi respuesta, aunque mi ánimo no estaba muy de acuerdo con las
palabras que salieron de mi boca.
Cae la tarde y, mientras camino al lugar acordado, vienen a mi mente recuerdos de otros tiempos. Aquí estoy ya, sentado bajo un roble centenario en la Plaza de las Comendadoras, esperando a mis padrinos: Yuso y Suso. Yuso, amigo de la infancia y compañero de armas al servicio de su majestad desde hace tiempo; muchas alegrías y alguna que otra pena hemos compartido con una buena jarra de cerveza en la mano. Suso, gran espada de la reina y el mejor testigo que un hombre pudiera tener.
Su
Majestad ha prohibido los duelos y aquellos que desobedecen la orden se ven
privados de sus posesiones , si mueren en el lance, son excomulgados y sus
familias expulsadas de la ciudad; pero tengo la certeza de que, si muriera esta
noche, Suso se encargaría de procurarme un digno entierro y de que a mi familia
no le faltara de nada.
Igual muero, no es mi deseo, pero puede suceder y esta idea de la muerte me trae a la memoria a mi amigo, mi hermano de armas y batallas, que murió en un duelo la madrugada del 3 de abril. Antolín era su nombre, alto y fuerte, pelo blanco y barba cuidada y una sonrisa que provocaba que todas las mujeres se rindieran a sus pies y le colmaran de mimos y lisonjas. Pero no os creáis que sólo provocaba ese efecto en las mujeres; también los hombres -y hasta los más toscos y hostiles- se rendían a su persona. Si él hablaba, todos lo escuchaban; si reía, todos lo hacían y puedo asegurar que, con él, la risa estaba garantizada. Era el mejor contando historias y chismes; ni en los mejores mentideros de la corte se reían tanto y disfrutaban como lo hacían oyéndolo a él.
Era, como digo, el mejor amigo que un hombre pueda tener y era mi hermano.
Aquella noche funesta, ese maldito extranjero lo mató a traición de una puñalada en el costado, y digo “traición”, porque la daga la llevaba escondida bajo la chaqueta y Antolín no tuvo tiempo de reaccionar ni defenderse. Ante tal acto de deshonor, todos salieron huyendo y yo corrí tras él, mientras Yuso -el otro testigo- socorría a nuestro amigo. Lo alcancé y muerte le di, vengando así a nuestro hermano.
Los
meses han pasado y hoy me bato en duelo con el hijo del traidor, que cree estar
luchando para limpiar el honor de su familia.
Alguien se acerca, creo que son mis testigos -¡aquí, hermanos!-. Os dejo, voy a poner en orden mis asuntos antes de enfrentarme a mi oponente. Solo espero que si esta noche muero, alguien ponga una cruz en este sitio, en señal de duelo por mi duelo.
EL DUELO
El duelo es la reacción normal ante cualquier tipo de
pérdida, ya sea por el fallecimiento de un ser querido, por la pérdida de algo
material a lo que teníamos mucho apego, o, simplemente, por el final de unos
sentimientos.
Cualquier tipo de estos duelos siempre significa tristeza,
apatía y mucho dolor.
Cada persona tenemos una forma diferente de vivir un
duelo y un tiempo diferente de superación. No por haber tenido mucho
sentimiento de amor hacia lo que ya no tenemos es más difícil de superar, cada
cual tiene una manera de vivir su duelo.
El sentimiento de duelo no tiene que aparecer siempre
cuando existe la pérdida, sino que puede que llegue antes que ella, la pérdida.
El duelo para mí es un sentimiento de miedo que se
encuentra siempre presente en el día a día.
El duelo siempre va asociado a una pérdida y una
pérdida siempre irá unida al dolor.
Ana Donate
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Que conste que, a mí en
particular, este no me parece un tema de verano…. Ni aunque le ponga música y
lo cante Georgie Dann.
1.
Duelo: Combate o pelea entre dos a
consecuencia de un reto o desafío…
…Miraré el siguiente.
2.
Duelo: Dolor, lástima, aflicción o
sentimiento….
…. No, con este tampoco puedo…
3.
Duelo: Demostraciones que se hacen para
manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguno….
… ¡Qué mal rollo!.... miraré
el último…
6. Duelos y Quebrantos:
Fritada hecha con huevos y grosura de animales especialmente torreznos o sesos,
manjares compatibles con la semiabstinencia que por precepto eclesiástico se
guardaba los sábados en los reinos de Castilla.
Pero, ¡vamos a ver! Seamos
sensatos, ¿quién puede poner un nombre así a una comida? Efectivamente, un nombre
que te lleva a la contradicción y a la duda, que sí, pero no, que enfrenta el
placer de comer con un nombre tan penoso (este debe ser el duelo), que siempre
te deja el regusto amargo del pecado, siempre tiene que ir asociado a la
institución eclesiástica.
Puestos a ponerles nombres a
las comidas, lo primero sería no dejar que ningún miembro de la iglesia lo
eligiera, y, luego, lo suyo sería que lo inventaran. Hay nombres tan sugerentes
y tan graciosos de comidas, chimichurri, salmorejo…., y que, sobre todo, te
dejan comer con la conciencia bien tranquila, sin que con cada bocado sientas
que estás cayendo en lo más profundo del infierno.
Siempre con ese sentimiento
de culpa que no te deja disfrutar de las cosas plenamente. Como si fuera
incompatible el pasarlo bien en esta vida con la siempre cuestionable
recompensa que pudiera haber en la siguiente….
¡Ay madre mía! ¡En qué lio
me estoy metiendo, cuando en definitiva este tampoco es un tema para el verano!
Marisa Bono
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